Este doble modelo expuesto originalmente por el entrenador australiano Gerard Hillier nos permite introducir algunas opciones más o menos básicas de movimiento sin balón en función de la respuesta defensiva.

Como ya hemos destacado en anteriores ocasiones, es sumamente importante reforzar los mecanismos de percepción, decisión y ejecución (aunque sea de forma limitada) desde las primeras etapas de formación.

En esta primera tarea, el defensor marca el inicio de cada acción pasando el balón al jugador que corresponda.

En ese momento, el atacante se desplaza hacia los conos (como si reemplazara la posición de un compañero que ha cortado, por ejemplo) y, a partir de ahí, interpreta la trayectoria de su rival:

• Si el defensor persigue, el atacante continúa su movimiento y “riza” para recibir en carrera.
• Si el defensor recorta para anticiparse y negar el pase, el atacante ataca la espalda (puerta atrás).

Cuando se produce la recepción del balón, el atacante dispone de uno o dos botes para finalizar (“penalizamos” malas lecturas que no logren crear una ventaja espaciotemporal suficiente).

En el segundo modelo, el atacante comienza desplazándose hacia el espacio central delimitado por los conos.

Su defensor, naturalmente, reacciona y decide si le persigue o si, por el contrario, trata de anticiparse (y negar un pase directo).

La respuesta del atacante en el primer escenario será la misma que antes (rizar y recibir en carrera), pero en el segundo caso su desplazamiento será en dirección hacia la línea de banda.

Esa segunda lectura, tal y como nos explica Hillier, reproduce una situación específica de bloqueo flare.

En cualquier caso, sobre este planteamiento también podemos construir superioridades numéricas ofensivas o situaciones de 2c2, 3c3, 4c4…