La temporada regular puede haber llegado a su fin (o estar a punto de hacerlo), pero el baloncesto no se detiene. La postemporada se erige como un periodo crucial para la mejora individual y para que nuestros jugadores traten de superar esas carencias que quizás hemos “camuflado” en el entramado táctico colectivo.
Además, al ser un periodo de transición, la postemporada nos libera tanto de la presión ejercida por la competición como de la rigidez habitual en cuanto a la estructuración del trabajo diario, semanal y mensual.
Por todo ello, esta fase también se presenta como un escenario propicio para detectar y mejorar, paso a paso, todos aquellos aspectos colectivos que hayan supuesto un obstáculo para nuestro equipo.
Esta fórmula de SSG (“small-sided game”) nos brinda la oportunidad de mantener, incluso en sesiones de entrenamiento con pocos jugadores, un ambiente altamente competitivo. Esta característica es particularmente valiosa durante la postemporada, un periodo en el que, frecuentemente, las circunstancias nos llevan a trabajar con grupos más reducidos.
Si bien el título del ejercicio hace alusión a los “restos”, aquí los jugadores que pierden no son descartados ni eliminados, sino que compiten entre sí en la siguiente acción. Esto mantiene a todos los participantes involucrados y motivados.